sábado, 3 de diciembre de 2022

HONDA la Ciudad Junto al Rio MAGDALENA


El Río Magdalena antiguamente era llamado por los pobladores del caribe como Karakalí o Karihuaña (Gran Río de los caimanes). En el Alto Magdalena era llamado en quechua Huanca-hayo y Huacayo (río de las tumbas), y los muiscas lo denominaron Yuma (Río amigo) y Arli (Río del Pez). 

Y fue hasta 1501 que el conquistador español Rodrigo de Bastidas lo llamó Río Grande de la Magdalena en honor a Santa María Magdalena. 

El Río Magdalena es la columna vertebral de la cultura, el desarrollo y la historia de Colombia. Es la fuente primordial de agua potable, generación de energía y abastecimiento industrial.

Por otro lado, a lo largo de su recorrido, el río y sus afluentes generan humedales, ciénagas y lagunas costeras de extraordinario valor hidrológico y que son la base de una de las mayores biodiversidades del mundo.

Su longitud es de 1.540 kilómetros aproximadamente desde su nacimiento en el Macizo Colombiano hasta su desembocadura en el mar Caribe.

Parque José Leon Armero

Entre la carrera 13 y la carrera 10 contiguo a la Catedral de Nuestra Señora del Rosario contemplamos el centro historico de Honda Tolima un sector colonial, donde podemos apreciar la variedad arquitectonica desde la época de la colonia hasta la republicana y moderna.

De este sector podemos hablar de la llegada de los virrelles a esta villa y de la ruta mutis, hospedandose en varios sitios y trabajó adquiriendo plantas para su estudio. La época de la revolución comunera las veces que simón bolívar entro y salio del poblado, 

El río turbio, las casas con balcones y las calles empedradas son una postal del pasado colonial de Honda (Tolima).

Allí, familias de pescadores, nacidas y criadas a las orillas de los ríos Gualí y Magdalena, han sido testigos de la transformación de este pueblo, que en el siglo XVIII fue el tercer punto más importante del país. Actualmente, sus pobladores recuerdan con nostalgia la época en la que el comercio del país tenía que pasar por esta zona.

Los hondanos conocen sus tesoros: la calle de Las Trampas, la del Sello Real, sus puentes centenarios y las casas en las que nacieron personajes ilustres. 

Después vino la gran catástrofe de 1805, el terremoto que dividió casi en dos el pueblo. Muchos damnificados quedaron de esta tragedia, en la que el río Gualí creció tanto que atravesó el Magdalena, llevándose gran parte del municipio y muchos de los puentes que la hacían tan reconocida.

La Ciudad de los Puentes, ya que el municipio posee 40 puentes de los cuales hay 18 en funcionamiento, para el años 1539 los conquistadores encontraron el caserio de los Ondanas, tribu pacifica que se dedicaba a la pesca.

Plaza o Parque de las Américas contigua a la casa donde nació Alfonso López Pumarejo y al edificio de la Alcaldía Municipal

Además de apreciar el primer puente colgante construido sobre el río magdalena y el primero de sur América. Esto y muchos mas atractivos podemos encontrar en
Esta linda ciudad de los puentes.

Tiene más de 100 años, es el más antiguo de Suramérica. Declarado Monumento Nacional en 1994 mediante Decreto 936, gracias a sus méritos técnicos y estéticos y la relevancia que para la historia Nacional ha tenido esta importante obra de ingeniería. Construido entre los años de 1894 a 1898 e inaugurado el 16 de enero de 1899, une a los departamentos de Tolima y Cundinamarca. Su majestuosidad y arquitectura lo hacen único en el contexto suramericano.

Lo compraron en Nueva York a la misma empresa que construyó el de la ciudad de San Francisco, el gobierno lo dio en concesión para su explotación por 99 años a través del cobro de peajes con valor según el tipo de carga que se iba a pasar. Eso duró poco porque llegó la Guerra de los Mil Días y cambió todas las condiciones.

El puente tiene una estructura de hierro y acero del tipo llamado Cantilever de cornisa, con una longitud de 167.65 mts, 5.20 mtZ de ancho y una altura de 18.30 mts sobre el río.

Puente Navarro

Ubicado al oriente de la ciudad de Honda entre el barrio Pueblo Nuevo y la vecina inspección de Puerto Bogotá, municipio de Guaduas, se encuentra el centenario Puente Navarro que comunica a la ciudad tolimense con Bogotá.

Con el capital de don Bernardo Navarro Bohorquez, un boyacense emprendedor, se dio inicio a esta importante empresa el 13 de junio de 1894, terminando el 24 de diciembre de 1898. Fue inaugurado el 16 de enero de 1899. El puente en sus inicios contó con la colaboración del ingeniero José María Villa en la parte de mampostería. Es de estilo Cantilever y su costó fue de cien mil pesos oro americanos, aproximadamente.

Su importancia está basada en ser el primero en Suramérica en esas condiciones y el segundo en el continente. Comunicó el norte de Colombia (a través del Magdalena) con Bogotá. Gran parte de la civilización colombiana de finales de siglo XIX y XX pasó por este puente que luego de un buen tiempo de abandono fue restaurado en 1994 y declarado Monumento Nacional.

Calle De Las Trampas
Posee una topografía sinuosa y en zigzag, con un piso en piedra evocando las construcciones Andaluzas. Allí nacen o mueren cuestas como la Zaldúa, Owen, San Francisco, y callejones como San José y La Broma.6 Fue el sector residencial del grupo más pudiente, la edificación fue mucho mejor. Las conocidas “casas altas” o de dos pisos, eran propiedad de los principales comerciantes.

Este era el sector por excelencia de una “élite” acomodada. Estaban distribuidas, comenzando por la puerta mayor de la calle en sala, recamara, cocina, ventanas voladas a la calle, solera del corredor, escaleras y alcobas en el segundo piso. Si bien algunas tenían balcón con corredor que daba al patio en vez de solar. Esto último era raro en la parte central de la Villa donde las casas se construían sin dejar espacio entre ellas, formando una especie de pared extendida a lo largo de las calles.

La Calle de las Trampas

Una de las calles con más historia del país es la Calle de las Trampas por ser testigo mudo del acontecer de la colonia y la república hasta nuestros días. En forma de zigzag y con su empedrado en donde participaron ingenieros españoles con mano de obra esclava, la calle tiene un toque mágico.

Afirma Tiberio Murcia Godoy que la calle “fue el sector residencial del grupo social más pudiente, la edificación fue mucho mejor. Las conocidas casas altas o de dos pisos eran propiedad de los principales comerciantes. A parte de ser de calicanto, balcón y teja, hay algo que la hace particular: la carencia de azote, aunque algunos tenían balcones”.

Esta calle no es atravesada por ninguna otra. Más bien, en ella nace la calle de la Broma, la cuesta San Francisco, Mr Owen, Zaldúa, el callejón San José para terminar en la calle Real, hoy de El Retiro, lo cual hace pensar que era estratégica como fortín militar, ya que al entrar a ella tenía comunicación directa con las cuestas y callejones mencionados.

Plaza de Mercado
Edificio con similitud al partenón griego fue utilizado por el convento de san Bartolomé de los franciscanos pero al presentarse el terremoto en 1805 y quedar averiada fue abandonada, tomada provisionalmente como cuartel militar y posteriormente convertida en la plaza de mercado reconstruida por el ingeniero inglés Henry valsint, demorándose 18 años en terminarse. Cuenta con 148 columnas, 108 puertas, varios arcos, es de color verde y blanco y por la forma que tiene se le llamó el Partenón del Tolima. 

En 1996 fue declarado bien cultural de interés nacional. Por dentro es un poco desarreglada y en ocasiones hasta sucia pero a pesar de eso no deja de ser interesante cultural, histórica y arquitectónicamente.

Museo del Río Magdalena funciona en una
Construcción colonial del Siglo XVIII, aquí funcionó “La bodega El Retiro o Puerto de El Retiro”, que prestaba sus servicios a los mercaderes de la Villa en el Alto Magdalena, atracaban y zarpaban bergantines, barcos a vapor, champanes, canoas, piraguas. 

A finales del Siglo XIX fue sede del Cuartel de la Gendarmería comandado por el señor Gilibert, luego fue biblioteca y archivo municipal, y en la actualidad funciona allí el Museo del Río que posee una variedad de salas

Casa Museo Alfonso Pumarejo
La vieja casona donde vivieron Don Pedro Aquilino López Medina y su Señora Rosario Pumarejo Cote, se había destinado al comercio y las habitaciones que daban a la calle, servían de local a la ferretería de Don Manuel José Bonilla y al almacén de su hijo, Don Efraín Bonilla.

El inmueble, cuyo primer dueño fue el Capitán Bernardo Botero y el segundo Manuel José Bonilla, adquirido por la Nación y convertido en la Casa Cultural "ALFONSO LOPEZ PUMAREJO"; adquirida bajo la administración de la Dirección de Inmuebles Nacionales del Ministerio de Obras Públicas, fue objeto entonces de una cuidadosa reconstrucción con materiales y elementos apropiados que incorporaron a la mayoría de los muros centenarios de cal y canto. Testigo fiel del paso de varias generaciones, es hoy escenario de una recordada época colonial colombiana.

Edificación representativa de la arquitectura colonial de clásico andaluz cuya construcción data del siglo XVII, se desarrolla en una sola planta, con cubierta en teja de barro, compuesta a cuatro aguas y patio central, construida en adobe, con sistema portante de muros de carga, canales y bajantes a la vista y vistosas columnas de madera fina.

"El cementerio de Honda, data de mediados del siglo XIX, ya que antes los cuerpos eran sepultados en torno a capillas, templos y conventos, fue José Celestino Mutis a finales del siglo XVIII, quien hizo la recomendación de sacar los muertos de ahí y llevárselos para un cementerio, eso se vio reflejado a comienzos del siglo XIX siendo presidente Simón Bolívar, quien legisló sobre el tema".

"Al hacer un recorrido por el cementerio de Honda, podemos observar allí aspectos socioeconómicos, culturales e históricos de la ciudad. Esos hombres y mujeres que allí yacen, sin palabras nos cuentas múltiples historias de Honda y el mundo". 

Parque de las Américas

Desde la colonia esta plaza ha jugado un papel importante. Fue utilizada por los mercaderes y comerciantes como sitios de reunión, también es conocido como José Acevedo y Gómez, en 1986, como Alfonso López Pumarejo con motivo del centenario de su nacimiento. Sin embargo, el pueblo le continúa llamando Plaza de las Américas.

Alrededor suyo se encuentra la alcaldía, el banco de Bogota, conocido anteriormente como banco Colombo Alemán y la casa del expresidente, además del monumento al chinchorrero donado por la junta de ornato en 1943 en la conmemoración del tercer centenario de ser eregida como Villa de Honda.

La plaza ha tenido varios cambios. Primero en piedra, luego encerrada con un bello jardín, hoy en día es dominada por árboles como la ceiba y entablado lo cual le hace más caluroso. Las farolas que posee son de la época republicana. Actualmente es sitio obligado de tertulia política, de vendedores de ganado y de plaza de fiestas en el Reinado Nacional del Río.

Catedral de Nuestra Señora del Rosario

Esta construcción data del siglo XVII y funcionó en sus comienzos como capilla doctrinera de los jesuitas a la cual fue entregada el 24 de agosto de 1620.

Sufrió en parte en el terremoto de 1805. Poseía a su lado izquierda una torre y luego se construyó la del centro. Sus imágenes en madera, son originales de la época y cuenta con una cúpula construida en el siglo XX con tres naves y cinco grandes portones.

Los personajes de Honda

Alfonso López Pumarejo es sin duda el más importante personaje que ha dado la ciudad

Político y estadista liberal, presidente de la República durante los períodos 1934-1938 y 1942-1945, nacido en Honda, Tolima, el 31 de enero de 1886, muerto en Londres, el 20 de noviembre de 1959. Alfonso López Pumarejo pasó sus primeros años en Honda, donde había venido a establecerse su padre, de origen bogotano, al servicio de la Casa Miguel Samper e Hijos; su madre era de origen costeño. Después se trasladó a Bogotá, e ingresó al Colegio San Luis Gonzaga y al Liceo Mercantil. Complementó su educación con clases particulares recibidas de personajes como Miguel Antonio Caro, Lorenzo Lleras, Juan Manuel Rudas y José Miguel Rosales. Años más tarde su padre, Pedro A. López, lo envió a Inglaterra, donde estudió finanzas en Brighton College; luego perfeccionó sus estudios en las disciplinas económicas en la Packard School de Nueva York. Regresó al país en 1904, cuando contaba con 18 años, y empezó a colaborar con su padre en la administración de la Casa López. Una vez terminado el período de educación y estudio, comenzó una ardua actividad que lo llevó por el campo de los negocios bancarios, la diplomacia, la política y el periodismo, en los cuales fue desarrollando un carácter «polémico, ardiente y decidido», aspectos que lo marcarían en todo el transcurso de su vida pública y de estadista, como dice Ignacio Arizmendi Posada. En la Casa López, que según Juan Lozano y Lozano, «no tuvo antecedentes ni ha tenido sucesores en nuestra vida económica, [pues] suscitó la creación de industrias que no se conocían, consolidó varias de aquellas que, como el café, estaban dispersas y desconcertadas, promovió la intensificación de los transportes, el progreso de la agricultura, el florecimiento de la banca»; López Pumarejo adquirió gran experiencia en el manejo de cuestiones financieras. Sin embargo, con su gran voluntad, capacidad e intuición, y una estructura intelectual más que adecuada para desempeñarse en cargos públicos, López siempre trabajó con una visión clara hacia la labor política, la que le apasionó durante toda su vida. En 1915 resultó elegido diputado a la Asamblea del Tolima. Más adelante emprendió iniciativas de gran importancia, como la fundación del Banco Mercantil Americano en 1918, la Compañía Mercantil de Ultramar, el Diario Nacional, y otras. Hacia 1924 entró definitivamente por el camino de la política y desde las páginas del Diario Nacional y La República, comenzó a luchar en favor de su partido, «con el valor civil y la prestancia intelectual de quien se sabe vocero y portador de una justa causa,>, en palabras de Carlos Perozzo. En 1925 fue elegido representante a la Cámara. A partir de este momento, López dejó entrever su fibra de conductor de pueblos, su vocación de líder y de estadista. Desde esta posición, emprendió campañas en pro de la economía nacional y, a la vez, se impuso como el opositor más aguerrido al régimen imperante. Su imagen empezó a reflejarse en el ámbito político nacional, y finalmente su empuje y vocación lo llevaron a la mesa directiva de la Dirección Nacional Liberal en 1929. López supo ver en ese momento la oportunidad del partido liberal para recuperar el poder y Llamó a la unión. Dividido el partido conservador entre los seguidores del poeta Guillermo Valencia y los del general Alfredo Vázquez Cobo, el liberalismo, unido en torno al nombre de Enrique Olaya Herrera, triunfó en las elecciones de 1930, acabando con la larga hegemonía conservadora. Como jefe único del partido liberal, López Pumarejo se encargó entonces de la organización del partido, al tiempo que colaboró activamente con las reformas económicas, tributarias y financieras que el gobierno necesitaba hacer. También desempeñó varios cargos de responsabilidad; fue presidente de la delegación colombiana a la Conferencia Panamericana de Montevideo, el 14 de diciembre de 1933, y en 1934, huésped transitorio del Consejo Directivo de Unión Panamericana.