domingo, 5 de julio de 2020

Madrid CALLE de ALCALA Spain





Hoy la experiencia es diferente, quiero que caminemos juntos por la calle de Alcalá, saliendo desde la puerta de Alcalá, se extiende a lo largo de más de 10 kilómetros (10.200 metros) desde el Centro de Madrid hasta el distrito de San Blas-Canillejas, junto a la M-40. Se trata de una calle emblemática de la ciudad cuyo recorrido atraviesa cinco distritos y 16 barrios de Madrid.



Además de ser la calle más larga de Madrid y la tercera de España, la calle de Alcalá nace en el centro mismo de España, en el kilómetro cero de la Puerta del Sol.



Una calle con mucha historia (se comenzó a construir en el siglo XV)  ha visto pasar ante sí el progreso y la transformación de la ciudad, así como hechos históricos de calado alberga monumentos tan conocidos como la Cibeles, el Palacio de Telecomunicaciones, la Puerta de Alcalá o la Plaza de Toros de Las Ventas.



La mejor forma de conocer las ciudades es casi siempre caminando, pero unas se prestan más que otras para ello. Madrid es una de esas joyas europeas amables con el caminante, que puede recorrerse en un día, y da para disfrutarla con calma por lo menos otros siete días .



Madrid tiene tantas cosas diferentes e interesantes en tan poco espacio, que es casi un parque temático de la historia de la capital de este país que heredo el mayor porcentaje de la cultura Española. Recorrerla es redescubrirnos un poco por las diferencias, sorprendernos mucho por las similitudes, pero sobre todo maravillarnos de cómo se ha convertido en una ciudad para el gozo, forjada durante siglos y siglos de vicisitudes y épocas gloriosas. Y es que sus actuales habitantes disfrutan de ella porque sus antepasados y ellos mismos la fueron convirtiendo en esa metrópoli con sabor a antiguo y modernidad que es hoy.



Por solo citar algunos de esos momentos, la Madrid actual viene del Siglo de Oro en que se disputaban en sus calles con versos e insultos Cervantes y Lope de Vega, pasando por los gloriosos relatos de Benito Pérez Galdós y su “Fortunata y Jacinta”, hasta el alegre Madrid de la transición española a la democracia, inaugurada por el popular alcalde Tierno Galván, conocida esa época como los tiempos de la “Movida Madrileña”. Todo ello llega hasta nuestros días con su jolgorio intacto, pero sazonado por la influencia de la diáspora latinoamericana, sobre todo de colombianos y ecuatorianos, llegados a principio de este siglo.



Caminar por las calles de tan maravillosa ciudad nos da la posibilidad de perdernos y encontrar cosas y lugares que de otra manera no hubieramos encontrado. Además, de permitirnos tomar tiempo en cada lugar, ir a nuestro ritmo, parar cuando y donde queramos por un bocado o por una bebida, entrar a ese lugar que llama la atención… en otras palabras:  da libertad total. Siempre me gusta saber dónde estoy parado, y cuando viajo eso se traduce en que siempre estoy mirando Google Maps y wikiloc para ver exactamente dónde me encuentro, y en qué dirección debo ir para llegar a mi siguiente parada.



A nuestra derecha Con 125 hectáreas y más de 15000 árboles, el parque de El Retiro es un remanso verde en el centro de Madrid. Especial atención merecen algunos de sus jardines: el jardín de Vivaces, los jardines de Cecilio Rodríguez (jardines clasicistas con aires andaluces), los jardines del Arquitecto Herrero Palacios, la Rosaleda (colección de rosas) y el Parterre Francés con el ahuehuete, el árbol más antiguo de Madrid, del que se dice que podría tener alrededor de 400 años, el ahuehuete, quizás el árbol más antiguo de Madrid.



Se dice que está allí desde 1630 y se trata de una especie muy exótica que tiene la particularidad de que no pierde las hojas todos los años, sino sólo algunos. Se cuenta que durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, fue uno de los pocos ejemplares que se salvó entonces en el Parque, tomado por los franceses como cuartel general. Al parecer los soldados de Napoleón decidieron instalar entre las ramas del enorme árbol un cañón, y desde allí disparaban.



No es solo uno de los pulmones de Madrid, sino que ofrece también cultura, ocio y deporte a madrileños y visitantes. Entre sus elementos arquitectónicos e históricos más importantes se encuentran: el Estanque, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal pabellón romántico creado para dar cabida a una muestra de plantas exóticas en la Exposición de Filipinas de 1887, es uno de los principales ejemplos de la arquitectura del hierro en España.



Además, El Retiro alberga esculturas y fuentes notables como son el monumento a Alfonso XII, proyecto del arquitecto José Grasés Riera -con un mirador desde el que disfrutar de unas bellas vistas de la ciudad- o el reservado de Fernando VII, situado en la esquina de las calles O'Donnell y Menéndez Pelayo. Este último incluye la Casa del Pescador, la Montaña Artificial y la Casa del Contrabandista (que ahora acoge Florida Retiro, un moderno multiespacio dedicado al ocio y la hostelería que durante años albergó la antigua sala de fiestas Florida Park), que le confieren un aire romántico.



Destacan además, la estatua de El Ángel caído; única escultura en el mundo que representa al diablo, la fuente de los Galápagos, que conmemora el nacimiento de Isabel II, la sorprendente Ermita de San Pelayo y San Isidoro, el Bosque del Recuerdo, en homenaje a las víctimas de los atentados terroristas sucedidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, y el Teatro de Títeres, un teatro único en Europa con programación estable todos los fines de semana.



La calle del Príncipe de Vergara es una de las vías más largas e imponentes de la capital. Por esta calle corre más de un tercio de la línea 9 de Metro, desde las estaciones de Príncipe de Vergara hasta la de Pío XII.



Un recorrido que une el distrito de Salamanca -donde hace esquina con el barrio de Goya y linda con los barrios de Recoletos y Castellana- con el de Chamartín. Separa El Viso de Ciudad Jardín y Prosperidad, atraviesa Hispanoamérica y una manzana de Nueva España. Su trazado atraviesa algunas de las plazas más importantes de Madrid, como la del Marqués de Salamanca, la de Cataluña, y en su tramo final las del Ecuador, la República Dominicana y la plaza del Perú.



La calle está dedicada al general Espartero y​ fue una vía abierta a finales del siglo XIX en el barrio de Salamanca. En su origen salía de los terrenos donde se encontraba el final de los llamados Campos Elíseos, lugar donde fueron fusilados después de los sucesos del 22 de junio de 1866 los 66 sargentos de Artillería del Cuartel de San Gil que apoyaban a Juan Prim.



Cambió de nombre, como muchas otras calles de la ciudad, durante la Guerra Civil Española, fue durante un tiempo la calle Dieciocho de Julio. Ya en 1939 pasó a llamarse General Mola en memoria de Emilio Mola, muerto en accidente de avión durante la guerra civil implicado la organización del golpe de estado contra la Segunda República. Fue en 1981, durante el mandato de Enrique Tierno Galván cuando la vía recuperó su nombre inicial junto a otras veintisiete calles.



“La calle fue trazada a modo de bulevar con árboles y jardines a todo lo largo del centro. A finales de los años 60 del siglo XX se remodeló y fueron suprimidos los bulevares para dar más espacio a la circulación de automóviles. Es por esas fechas cuando arranca la prolongación de General Mola (Príncipe de Vergara), enlazando con el Cuartel de las Cuarenta Fanegas de la Guardia Civil (entonces sólo accesible desde la calle de Serrano). Es precisamente en los alrededores de dicho cuartel donde se comienzan las edificaciones de lo que será el futuro Barrio de Hispanoamérica, como parte del patrimonio de la Asociación pro-huérfanos de la Guardia Civil. No será hasta finales de los años 80, con la unificación de los dos tramos de la línea 9 del Metro de Madrid que los últimos solares situados en los alrededores de la Estación de Cruz del Rayo se pueblen con edificios de entidades bancarias y aseguradoras en torno al complejo formado por el Auditorio Nacional de Música, la nueva tenencia de alcaldía de Chamartín y el nuevo Museo de la Ciudad”



Calle de Ayala Esta calle, como las que la rodean, se empezó a formar en el último tercio del siglo XIX, cuando comenzó la urbanización del barrio de Salamanca. Entonces fue llamada calle de los Pajaritos; para Peñasco y Cambronero fue así porque éste era el camino que solían seguir los cazadores del barrio.



Calle del general Pardiñas General Pardiñas -antes calle Bailén- en recuerdo de la batalla contra los franceses en la que éstos, mandados por el general Dupont, fueron derrotados por las fuerzas españolas al mando del general Castaños, el 19 de julio de 1808.

Su nombre actual es en honor de Don José Rafael Pardiñas Villardefrancos, general retirado que vivía en su pazo de Vilaxoán y que organizó las milicias de toda esta comarca para presentar batalla contra las tropas francesas que invadieron esta zona el 4 de marzo de 1809, como consecuencia de la declaración

de guerra a Francia el 12 de mayo de 1808, que se hizo en Vilagarcía ese día. La nuestra fue la primera ciudad del noroeste de España que realizó esta gesta, y la tercera de todo el pais después de Madrid y Aranjuez, que lo hicieron el 12 de mayo de 1808. Esta gesta heroica la comentaremos con más detalle, cuando hablemos de la antigua Plaza del Mercado, hoy conocida como Plaza de la Independencia.



Calle de don Ramón de la Cruz una de las más largas del Ensanche por la zona del barrio de Salamanca, ya que es de las que está más al sur, en concreto la que llega al vértice que la actual plaza de Manuel Becerra suponía para el Foso del Ensanche. Allí quebraba y de estar en sentido noroeste-sureste pasaba a tomar el norte-sur. Durante mucho tiempo, desde que se desplegó el plan Castro, estuvo sin urbanizar, lindando en su primera parte con la quinta de Finat, una gran finca que abarcaba el espacio que hay entre las calles de Lagasca y Velázquez y llegaba hasta la de Alcalá.



La calle de José Ortega y Gasset, en su origen calle de Lista, une el paseo de la Castellana y el antiguo paseo de ronda a la altura de la calle de Francisco Silvela. Desde 1955 está dedicada al filósofo José Ortega y Gasset.



El Barrio de Salamanca está delimitado por el Paseo de la Castellana, el Parque del Retiro, la calle María de Molina y la calle Francisco Silvela. Es uno de los pocos barrios de Madrid con una estructura urbana bien definida en bloques o manzanas.



Llegamos hasta la calle de Padilla por donde continuamos nuestra caminata

las calles Padilla, Maldonado y Bravo recuerdan la revuelta de los Comuneros castellanos contra el Emperador Carlos I.



Si en un principio los nombres de las calles pudiera ser que fueran "calle de arriba", "calle de enmedio", "calle de abajo" o "calle nueva" llega un momento en que el número de vías es tan grande que se hace necesario diferenciarlas de alguna manera. Existen muchas formas para bautizar las calles y nuestro callejero está repleto según las leyendas y tradiciones.



al fondo la Calle del General Diaz Porlier Lo que sí se sabía es que (pese a su juventud) aquel condenado había sido un militar legendario. De ahí que se observaran con atención todos sus gestos. cuenta la historia que Cuando murió en la horca hace ahora dos siglos

Incluso a los mayores enemigos sorprendió la serenidad y su templanza. Se afirma que sólo en el momento en que le arrancaron los identificativos militares de su alta graduación, el mariscal

de campo se emocionó y asomaron las lágrimas. Fue entonces cuando, sin descomponerse, las enjugó con su pañuelo y volviéndose hacia Benito Antonio Medela, procurador guardián del convento de San Francisco, fraile agustino, su confesor, dijo: “Padre, sírvase entregar a mi mujer este pañuelo que lleva mis últimas lágrimas”.



Ante semejante actitud, ni siquiera los carceleros se ensañaron con él. Tampoco el verdugo. Azorado y lloroso, el reo alivió su trabajo al ponerse el mismo la soga que había de estrangularle.



Su testamento, el epitafio que nunca se cumplió (Almas sensibles respetad los restos de un desgraciado), la carta de despedida de su mujer, la bella historia del pañuelo, hablan de su temple y esmerada educación…



Calle del conde de Peñalverde amplia avenida, una de las principales del Ensanche en el barrio de Salamanca, tiene una historia un tanto azarosa. Su primer nombre fue calle de Torrijos, en conmemoración del general liberal cuyo fusilamiento, en 1831, fue inmortalizado en un célebre cuadro por Antonio Gisbert. En 1941 se le dio el nombre del conde de Peñalver, al cual se 



desterró de su anterior y más lógica ubicación, en el primer tramo de la Gran Vía, ya que aquella otra calle se iba a dedicar a uno de los “mártires de la causa” de los vencedores de la guerra civil. Pocos años antes, al empezar la guerra, el edificio que hoy ocupa el número 53, es decir, la Fundación Fausta Elorz, una residencia de ancianos regida desde 1914 por las hermanas de la Caridad, había sido incautado para servir de prisión para hombres, la tristemente célebre “cárcel de Torrijos” donde, por ejemplo, estuvo preso y condenado a muerte entre 1939 y 1941 el poeta Miguel Hernández.



estamos llegando a la calle de don Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla, el dramaturgo madrileño a quien con gran merecimiento se honra en esta vía, nació en nuestra villa el 28 de marzo de 1731. Aunque provenía de una familia acomodada, siempre se movió en ambientes aristocráticos y empezó su carrera imitando los modelos de Racine o Voltaire, pasó a la historia de la literatura española por sus sainetes, obras de carácter popular en los que retrataba a las clases más bajas de la villa y de los que escribió varios centenares.