La Plaza Santa María, acceso principal al complejo monástico y basílica de Montserrat, resalta como un símbolo de historia y espiritualidad. En este lugar, el claustro gótico del siglo XV, testigo de innumerables acontecimientos, se erige majestuoso.
Entre ellos, la visita de Heinrich Himmler, líder de las SS, quien, imbuido por la búsqueda del Santo Grial, pretendía legitimar la mitología nazi con poderes místicos. Sin embargo, más allá de estos episodios oscuros, la plaza es el umbral que conduce a la Basílica, donde la leyenda de la Moreneta, la Virgen negra, agrega un aura de misticismo. Su presencia, según la tradición, se remonta al año 880, cuando unos pastores presenciaron un prodigio celestial. Este relato ha cautivado a peregrinos durante siglos, convirtiendo a Montserrat en un destino de devoción y reflexión.
Además, la arquitectura neoplateresca y la riqueza histórica de la Basílica enlazan pasado y presente, invitando a los visitantes a una experiencia única de arte, cultura y espiritualidad. La plaza, con su mirador de cinco arcos y el imponente claustro gótico, se erige como el corazón del santuario, donde convergen la majestuosidad arquitectónica y la esencia espiritual de Montserrat.
